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martes, 20 de diciembre de 2011

EL EGO Y LA ESPIRITUALIDAD

Me gustaría desmontar algunas argucias espirituales del ego. Para mí, espiritualidad es “experiencia vivida con plena conciencia”. Y el ego es “la parte de la personalidad que opera desde el inconsciente y usa el sistema personal de creencias y aprendizajes para separar y crear conflictos, y alimentarse de esa energía oscura”. Como todo ser vivo, el ego se resiste a ser destruido.  Propicia el conflicto entre varios individuos o entre distintos niveles de conciencia de la misma persona, llevándola a la dualidad de  hacer algo que le da placer y a la vez sentir culpa. Negar estas dualidades es crear más miedo y sufrimiento, y dar mayor poder a esa energía disfuncional que es el ego. Lo mejor es aceptarlo como parte propia, desenmascararlo siendo sincero con uno mismo y con los demás al asumir las propias debilidades, y tumbar desde la autenticidad todas esas pesadas máscaras sociales que nos ponemos con  tal de que nos quieran y acepten.  El ego se vale de la espiritualidad para crecer, como también se vale del sexo o de cualquier otra parcela personal. Su alimento preferido es el gasto de energía que se hace para defender la imagen personal ante uno mismo o ante los demás. La autenticidad, la valentía, la sinceridad le son indigestos. Muchas personas “evolucionadas” son incapaces de ver las dimensiones monstruosas de su ego. Algunas falacias que yo asocio con una espiritualidad falsa, o al menos dudosa, son los siguientes “debemos”:
Debemos pedir protección a Dios y envolverse en luz:
Equivale a creer en algo amenazador fuera de uno y de Dios. Lo cual es absurdo, porque si el mal existe, o está dentro del que lo teme venir desde afuera, o está allá afuera, dentro de Dios, o El no sería infinito. En concreto, se teme a Dios y a lo que existe dentro de El. Partir del temor para pedirle protección sólo crea más temor, aunque temporalmente se sienta la paz de confiar en un poder divino externo.
Debemos pedir ayuda a Dios desde la necesidad, la escasez o el miedo:
Idem al punto anterior. Orar desde la carencia de bien es fortalecer dicha carencia, porque creemos en ella como situación real, más que en la situación deseada. Adicionalmente, cuando pedimos algo a Dios y no se nos concede, y los males del mundo ocurren igual, entonces dudamos, sentimos que fallamos en nuestra fe, surge la rabia ante la indiferencia divina, dudamos de Dios, renegamos de El o nos volvemos ateos o agnósticos. Todo ello parte de la enseñanza religiosa de creer en el dogma de un dios-padre-protector. Una de las ocho maneras como el cerebro humano es capaz de concebir a la divinidad. Pero la realidad del mundo desmiente la existencia de tal Dios. Entonces, ¿no se impone la posibilidad de que Dios no sea como el hombre lo ha creado, a imagen y semejanza suya?  Claro, aceptar esta posibilidad derrumba a todas las religiones.
Debemos enviar luz y sanación a alguien que atraviesa una situación negativa:
Si realmente pudiésemos generar tal ayuda, estaríamos acelerando o entorpeciendo el aprendizaje del otro, que tiene su propio ritmo y tiempo, pero generalmente es una pantomima inútil que hacemos para que cese una situación ajena que nos incomoda. Y que sirve para que el ego nos convenza de que somos sanadores, especiales, poderosos, evolucionados. Y todos sabemos la cantidad de charlatanes que se lucran con la necesidad e ignorancia del que los busca para sanar. Si otro sufre, hay que confiar en que su Guía Interno le revelará oportuna y adecuadamente lo que debe hacer o aprender de esa situación. En lugar de “enviarle luz” podríamos pedirla para nosotros, para poder ver el bien oculto en esa situación. Y solamente entonces podríamos ayudar, sumándole energía positiva desde la visión correcta del asunto.
Debemos creer que vamos hacia Dios, que evolucionamos espiritualmente:
No podemos “ir hacia” Dios. Si El existe, ya estamos dentro suyo. Por el tema de que es infinito. Y porque alcanzarlo dependería del tiempo humano, de la acción humana, del aprendizaje humano, lo cual no puede ser más egoico.  El problema está en no creernos parte de Dios, en vernos fuera de Dios, otra falacia creada por las religiones, que sitúan a Dios en el cielo o en el nirvana o en el futuro. Para mi, Dios, el Cielo, el Nirvana, el Bien Absoluto, el Paraíso, Tú, Yo, el Otro, el Todo, formamos Uno. Y lo que nos toca es aprender a reconocer, aceptar y sobre todo vivenciar esa realidad común.
Debemos saber que somos el elegido o favorito de Dios:
Otra creencia básica de toda religión o secta que se vende como dueña de la verdad e intérprete exclusiva de la Voluntad Divina. Su sabiduría hermética no puede divulgarse a la masa, porque no está preparada para entenderla o darle buen uso. Tales profetas o elegidos olvidan que ellos mismos partieron del no saber para poder estar en posesión de esa verdad. Olvidan que si Dios existe, ha de ser Uno y El Mismo para todos, o cada quien (hombre o cultura) tendrá una divinidad a la medida de sus necesidades. El resultado de creerse especial es, lógicamente, separarse del Todo, perder paz y felicidad,  y alimentar al ego con los frutos de su fanatismo irracional.
Debemos aceptar que somos superiores, por cualquier motivo:
Ahí están Hitler y los seguidores de mito ario, y también los judíos autoproclamados como la raza elegida. Dos opuestos muy semejantes. Ego y puro ego buscando distinguirse de los demás, buscando permanecer, buscando no cambiar. Sus átomos son idénticos, sólo los diferencian sus creencias. Tampoco hay diferencias reales permanentes si nos vamos a la genética, la raza, el aprendizaje, las circunstancias de vida. Todo cambia, esa es la única constante en este mundo. Existe un solo organismo humano, cuyas células viven algo así como 100 años interactuando unas con otras, y que al hacer bien su función dentro del bien común, le encuentran sentido a su existencia. Y la principal fuerza cohesionante es el amor.
Debemos sacrificarnos por el otro, es lo correcto:
“Y Dios amó tanto al mundo que sacrificó a su único Hijo para salvarlo”. Y con eso, se justifica todo sacrificio y se le ensalza dentro de una sociedad increíblemente egoísta, que aparenta ser buena sin afectar a su comodidad. Todo acto hecho por deber y no desde el amor incondicional, sea por el padre, el hijo, la iglesia, la patria o la empresa, termina en molestia, resentimiento, manipulación, odio y pase de factura. Seguido de cerca por la culpa, la violencia y la infelicidad y el consiguiente engorde del ego. Que conste, esto no invita al egoísmo, sino a actuar desde el amor desinteresado,  sin olvidar el amor a si mismo, o no actuar.
Debemos saber que toda situación negativa es creada por uno mismo:
Desde que la Nueva Era y el estudio de las enfermedades achacan a la mente o al karma cualquier situación negativa de vida, se han multiplicado la charlatanería, las teorías absurdas imposibles de probar, la culpa de ser el propio verdugo y la infelicidad. Mientras el ego ríe. Pero es obvio que no toda enfermedad es psicosomática, la vida no es tan sencilla. En la aparición de toda enfermedad concurren múltiples factores, como el estrés, la contaminación ambiental, la genética, el accidente no provocado desde el inconsciente. En nuestro afán por ser física y espiritualmente fuertes, olvidamos que nuestro viaje emocional es relativamente nuevo, en un mundo sobre-estimulado por descubrimientos, retos y presiones que dibujan cambiantes esquemas de supervivencia.
Existen muchos otros mitos que alimentan al ego o parte oscura de la personalidad y obstaculizan el despertar de la conciencia a la Realidad que somos: Mi vida está definida por mi herida, no puedo renunciar a lo pasado, es imposible cambiar, si sufro evoluciono, el placer es malo, etc.
Yo me he pasado media vida luchando contra esa corriente y haciendo más lúcida mi mente, a pesar de lo que diga la mayoría –o la minoría que la dirige- . Y siento que apenas comienzo a entender las cosas, a pesar del alto precio pagado, pero no me arrepiento. Este artículo no es una invitación al ateísmo o al actuar egoísta. Si lo interpretaste así reléelo y revísate, hasta encontrar tu resistencia al cambio. Y entonces coméntalo, por favor, porque doy mucho valor a tu aporte.

4 comentarios:

  1. Muy bello y profundo mensaje, con el que resuena mi interior. Todos los puntos tratados muy bien desarrollados y muy oportunos para traer algo de Luz a unas sociedades sumidas aùn en la oscuridad del ego.
    Felicitaciones Hermano!!! que tu Luz siga iluminando tu propio camino como el de otros muchos.

    Eduardo de Miguel

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  2. Querido Gus,
    Antes que nada deseo felicitarte por tu iniciativa al crear este blog y poner en relieve tus más profundos pensamientos sobre tu forma de ver la vida. Admiro totalmente tu manera de escribir y tu exquisita sensibilidad. Se que harás tocar el corazón de más de una persona que tenga la dicha de llegar a estos escritos.
    Sobre tu artículo “Ego y Espiritualidad” sólo puedo decir que es uno de los más espectaculares que haya leído de ti. Cada uno de esos “debemos” que enumeras son la base de muchos charlatanes que, precisamente para satisfacer su ego, se valen de la debilidad de las personas para manipularlas. Lo más lamentable es que estas personas creen fehacientemente que al seguir esos preceptos se acercan cada vez más a la espiritualidad cuando en realidad sucede todo lo contrario. Ojalá que este mensaje que dejas para la humanidad se multiplique por el mundo y logre abrirle los ojos a tanta gente que lo necesita.
    Un gran abrazo,
    Rafael

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  3. Excelente aporte, es común que la gente se aferre a Dios para todo, para pedirle que le vaya bien en el trabajo, o los estudiantes para que les vaya bien en un examen, pero como tu escribes toda situación negativa es creada por uno mismo, cada quien forja su propio destino, de nada serviría aferrarse a una divinidad si uno no tiene fe en si mismo.

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    Respuestas
    1. Me gusta tu comentario, porque deja ver que realmente eres el protagonista de tu propia vida, ya que has aprendido a responsabilizarte por ella. Te la deseo inmensamente llena de realidades amalgamadas con sueños alcanzados.

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