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martes, 24 de enero de 2012

Homosexualidad y Religión

Homosexualidad y Religión

Muchas veces me he preguntado el porqué del ataque constante de la religión occidental a la homosexualidad. Como hombre no defiendo la homosexualidad, pero sí el derecho inalienable y justo que tiene cada ser humano de vivir de acuerdo a su preferencia sexual, en tanto no dañe con ella a sí mismo o a otra persona. Defender cualquier orientación sexual equivale a reconocer que el derecho a practicarla es débil; etiquetarla como anormal sólo muestra la limitación del que la juzga. La parte occidental del mundo, europeizada a conciencia, también fue colonizada a la par por la iglesia cristiana y convertida a la homofobia, lo que hace evidente el origen de tal ataque. La condena a la intimidad física entre personas de igual género me llevó a investigar el tema en las principales culturas, filosofías y religiones orientales, y encontré que desde hace más de tres mil años, hasta comienzos del siglo XVIII, la homosexualidad –particularmente la masculina- era aceptada social y culturalmente, o al menos tolerada, en las civilizaciones antiguas y en las religiones fuera de Europa. Cuando el mundo estaba poco poblado, los grupos y tribus se fortalecían engendrando miembros, sobre todo guerreros,  pero no por ello prohibían la homosexualidad. El Confucionismo apoya la conducta heterosexual masculina para que perpetúe su linaje, pero admite que el hombre tenga amantes masculinos. El Taoísmo busca el equilibrio entre el Ying (energía masculina) y el Yang (energía femenina) y advierte que la continua práctica homosexual puede afectar ese equilibrio vital, cuando el hombre comparte íntimamente sólo con otros hombres agobiando a su parte femenina, con lo cual está reconociendo dicha conducta social. Para el Budismo, el control de las pasiones es el camino al Nirvana, pero no diferencia entre pasiones con uno u otro sexo, sino entre grados de apego al deseo. Profundizando en la historia china, vemos que el filósofo  Zuangzi, defensor de la libertad individual y de la mente abierta, afirma sin tapujos que nadie debe ser discriminado por tener intimidad con otra persona de su mismo sexo. Las dinastías Hang (206 AC – 220 DC), Ming (1368-1644) y Qing (1644-1912) destacan por su apertura franca a la homosexualidad, su comercio de cortesanos y las uniones legales de parejas masculinas formadas por un Qixiong (hermano mayor) casado con un Qidi (hermano menor), quien vivía como yerno de los padres de su pareja y podía adoptar niños como hijos legítimos y herederos. El último emperador chino Pu Yi (1906-1912), inmortalizado por Bertolucci en su película del mismo título, fue abiertamente homosexual. Y junto con la civilización china, las culturas orientales y africanas que dominaron su parte del mundo, como la árabe, egipcia, india, griega, romana, siria, persa, etc., también abundan en muestras del arte homoerótico como fiel exponente de la belleza, en forma de poemas, esculturas, grabados, tapices, monedas, pinturas, leyendas, tradiciones o mitos. En la literatura de los últimos siglos hay dos temas recurrentes: el valor de la amistad incondicional entre dos hombres y el recurso poético del amante joven unido a un mecenas mayor que él, lo cual evidencia el poder de la pasión y la seducción entre el sexo masculino. Y con esto no quiero omitir el papel histórico que ha jugado la homosexualidad femenina, que por el dominio masculino sobre la mujer siempre ha sido más aceptada en la civilización occidental, sino dejarlo como tema importante para otro momento.
Las iglesias cristianas actuales muestran diversidad de opinión y de conducta en relación a las personas homosexuales. La mayoría de las denominaciones cristianas, entre las cuales destacan la iglesia católica romana y la iglesia ortodoxa, así como las sectas evangélicas orientadas por el fundamentalismo cristiano fanático, condenan drásticamente la conducta homosexual basándose en la tradición cristiana y en el texto del Viejo y Nuevo Testamento, convenientemente adaptado a sus fines. Por otra parte existen iglesias, generalmente en el ámbito protestante, que toleran o al menos debaten acerca de la homosexualidad, como la iglesia anglicana y algunas metodistas, bautistas y presbiterianas. Por excepción, la iglesia congregacionalista y la unitaria universalista, tal vez porque son minoritarias dentro del conglomerado cristiano y buscan diferenciarse y crecer, aceptan plenamente la práctica homosexual e incluso bendicen las uniones matrimoniales de este tipo.

Toda esta postura eclesiástica respecto a la homosexualidad se cristaliza en su contra a partir del siglo XVIII, cuando Europa se impone por la fuerza sobre las costumbres y culturas orientales y africanas ya mencionadas, y por decisión de la iglesia cristiana, sobre todo desde la rama católica por su  mayor poder político y económico, la homosexualidad deja de ser considerada como una parte natural entre las infinitas posibilidades de la vida en los países colonizados, y pasa a ser condenada como conducta pecaminosa elegida por el individuo y no debida a su genética, discusión que sigue planteada hoy en día. Y lógicamente, ningún creyente se plantea que la homosexualidad sea producto de la voluntad divina, creadora de todo, puesto que se la asocia con el pecado. La iglesia judeocristiana, que desde sus orígenes identifica a Dios con la imagen masculina, ataca a la manifestación femenina en sus hijos, quizás para asegurarse que no vuelva jamás a imponerse el culto a la Gran Madre que rigió los albores de la humanidad hasta el inicio de la era clásica griega. En resumidas cuentas, de dicha europeización regida casi siempre por la iglesia, nace el descrédito de la práctica homosexual, con costos muy altos en términos de injusticia, pérdida de valores humanos y de libertad, como lo ejemplifican los casos de Wilde y Lorca, entre muchos otros. En pleno siglo XXI, las generaciones vivas precedentes y la iglesia católica se muestran todavía sumamente dispuestas  a condenar la homosexualidad, y se preocupan por la actitud cada vez más tolerante y permisiva con que es vista o vivida por las nuevas generaciones, mientras la industria aumenta sus beneficios apoyando y vendiendo el modelo gay o el andrógino que exhiben en plan de publicidad y de reto los iconos de moda. Resulta cada vez más obvio que la humanidad está dejando de considerar lo homosexual como algo antagónico a lo heterosexual, y que cada año tiende con más evidencias a aceptarlo como su complemento. En los actuales tiempos, las relaciones abiertas entre hombres y la práctica del poliamor florecen y se extienden irónicamente dentro de esa misma Europa que durante siglos se esforzó en erradicar las tradiciones homosexuales, acogidas con naturalidad por sus colonias antes de que les impusiese a la fuerza sus imperios e ideologías. Y yo, defensor a ultranza de los derechos humanos, veo este proceso como parte importante del aprendizaje humano en materia de Libertad, Justicia, Tolerancia e Igualdad, y honro a quienes sufrieron en vida en el pasado o aún sufren en el presente,  para que las nuevas vidas puedan existir sin el peso de la ceguera que condena y  juzga las diferencias entre los seres humanos, incluyendo la tendencia sexual, como jamás han de hacerlo la Razón, la Verdad y el Amor.                                                                                                                                                       
                                                                                                                       Gustavo Löbig

12 comentarios:

  1. Querido Gustavo, felicitaciones por tu escrito. Hay que tener maestría para hablar de homosexualidad y religión, y tú lo logras con tu reflexión. Ambas palabras parecieran excluirse, pero leyendo toda la base histórica y documental que expones se evidencia que en el pasado era más permisible asociarlas que ahora, lo que pone de manifiesto un retroceso del libre sentir humano. En definitiva, la religión se ha encargado de condenar la libre elección sexual y limitar el propio pensamiento, por lo que a mi juicio es mucho el daño que le hace a la humanidad.
    Gracias por tu grandioso aporte!.
    Un gran abrazo,
    Rafael
    @rbaralt

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  2. Mi querido Gustavo, te felicito por tu capacidad de hilar estos temas de por si antagónicos: sexo y religión. Lo que a mi particularmente me molesta de las posturas de la Iglesia Católica es su intolerancia al sexo y sus manifestaciones, pero en la práctica, poco se escucha de otras iglesias tan corrompidas como esta. Un dicho de mi tierra:"el cura predica pero no aplica" es la mejor definición de la postura eclesial sobre el sexo y en especial de la homosexualidad. Un abrazo muy fuerte desde tu hermana Colombia. Hans.

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    1. Gracias Hans, valoro tu comentario y apoyo lo que develas de la iglesia católica en particular.Resulta increible la paradoja del mensaje solidario de Jesús, amigo de "pecadores" en su tiempo y defensor de la adúltera, el leproso, Mateo o la Magdalena, con las posturas discriminatorias de quienes se arogan el derecho a hablar en contra de "los impuros" y a destruir en su nombre bajo el título de "iglesia". Un abrazo sincero desde Venezuela.

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  3. Yo lo que me pregunto, es qué tiene que ver Cristo y su mensaje, con lo que nos predican los que dicen hablar en su nombre. Ama al prójimo como a ti mismo. Y ahí, como muchas cosas, no cabe la homofobia. Saludos desde España.

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    1. Hola Alfonso: Tu comentario resume el mensaje de Jesús y de toda vida realmente constructiva que pasa por este mundo para dar y enseñar mientras aprende y evoluciona. Lo que al final de cuentas importa es, únicamente, el Amor. Y en El no cabe la homofobia ni cualquier otro tipo de discriminación, que al buscar defender la propia posición y destruir a quien la amenaza, supone estancamiento para quien se autodefine desde esa posición, lo que equivale a detenerse y atrofiarse, a estar muerto en vida, a no seguir evolucionando, a no amarse a sí mismo y no amar al otro. Un cordial saludo desde Venezuela!

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  4. Lo cierto es que la esperanza esta en nosotros, las nuevas generaciones. Y las mejoras comienzan desde uno mismo: aceptarse, dar y pedir respeto, tolerar y pedir tolerancia; suena más fácil de lo que realmente es, pero no es imposible. Para mi, las religiones son al espíritu lo que los idiomas a la comunicación humana: puntos de vistas parciales. Definitivamente al humano le (nos) encanta complicar las cosas, hay que volver a lo sencillo.

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    1. Tienes toda la razón amigo: la simplicidad es base de la perfección, y si prescindimos de la complicación humana todo se reduce a vivir amando(nos. "Ama y haz lo que quieras" es un lema que me gusta, porque el amor imposibilita el daño propio o ajeno, mientras permite una libertad inmensa. Gracias por tu comentario.

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  5. Muy interesante tu reflexión que comparto totalmente... Muy bien documentada y muy bien lograda esa "rara fusión" que logras entre homosexualidad y religión... Hace poco lei que hay mucha distancia entre el decir y el hacer, entre el predicar y la coherencia personal.. Tal vez por eso es mejor creer lo que tu señalas: sólo el Amor, sólo la Libertad y sólo el Respeto a la diversidad, que es lo propio de la humanidad, tienen sentido plenamente humano. Personalmente creo que el problema es netamente educativo, es decir, social: a una socidad sólo le interesa perpetuarse en su statu quo y eso es lo que enseña a sus individuos. Y la Iglesia es una sociedad que se ha alejado bastante del mensaje original de Jesús: lo importante es acompañar y salvar al que sufre y no tanto condenar lo que se considera - arbitrariamente - pecado. Felicitaciones.

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    1. Gracias Carlos. Viniendo de tí, valoro mucho esta afinidad de pensamiento que nos identifica. Un abrazo.

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  6. Me parece bastante interesante. Muchas gracias por esta información; me pasaré más a menudo por tu blog :)

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    1. Gracias por tu comentario, Alan. También me gusta tu estilo. Bienvenido cada vez que pases por mi blog :)

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