Indiferencia
es la cualidad de quien se muestra falto de interés o de afecto. Pero hablar de
la indiferencia de Dios presupone que existe, y cualquier cosa que se diga
acerca de la divinidad es pura especulación, así que prefiero hablar de la
creciente indiferencia del hombre con respecto a Dios y a su propia especie. La
ausencia de Dios y la ausencia del hermano son las dos caras de la moneda con
la que el ser humano compra cuanto le vende el irracional consumismo moderno,
mientras la publicidad le asegura que cuando lo adquiera será feliz…obviando
decir que esa felicidad durará hasta que le cree una necesidad diferente, que
lo empujará a una nueva compra. Esa manipulación desgastante lleva sin remedio
a idealizar y acumular el dinero mezclado con esa moneda de la indiferencia,
símbolo de un egoísmo feroz, recurso de un miedo profundo que busca evadir la
inseguridad y el vacío llenándose de cosas materiales y de placeres efímeros
que exigen constantemente un refuerzo, un complemento, una novedad. Y aun así la
felicidad sigue siendo cosa rara, aunque se creen ministerios, técnicas o
slogans para vendérsela como una realidad a un mundo hambriento de ella.
Nietzsche
sigue afirmando después de muerto que Dios también lo está, que lo hemos matado
o dejado morir al no necesitarlo. Y aumenta cada día la indiferencia religiosa en una raza que destruye, entre otros motivos de irritación vital, porque lo divino está fuera del alcance de sus sentidos corporales y de su intelecto. El fenómeno puede verse desde distintas posiciones. Un ateo genuino no se la pasa razonando sobre la existencia
de Dios, ni argumentando contra ella. Quien lo hace para denunciar los errores,
incongruencias y manipulaciones de la religión organizada no es ateo, sino una
especie de trabajador social indignado que vive combatiendo esas fallas o atacando las
creencias ajenas, sin revisar qué lo empuja internamente a debatir todo el
tiempo sobre aquello cuya existencia niega. Y quien se opone a lo
religioso por un profundo dolor personal, solo muestra su resentimiento hacia
un Dios indiferente. El ateo y el creyente carecen de pruebas que sostengan su
tesis, pero ambos creen. Creen, respectivamente, que Dios existe o que no
existe. Desde una posición más centrada en la duda racional, que no niega ni
acepta la realidad de Dios –de cualquier dios–, el agnóstico admite que lo
divino no cuenta en la vida diaria, fuera del uso que de ese constructo hace el
hombre para darle sentido a la vida o protegerse de ella. Y entre esas
posiciones persiste históricamente la del fanático obtuso.
La
estructura religiosa se mantiene erguida sobre libros y ritos sagrados, e
intereses no tan sagrados, gracias a que provee al individuo de pertenencia y de
seguridad, aunque no satisfaga ninguna necesidad metafísica humana fuera de su
rol como aglutinante o discriminador social, o como recurso psicológico contra
la incertidumbre. Pero paralelamente al auge del comercio y de la ciencia, la superchería y las sectas le
roban cada vez más adeptos a las principales religiones, lo trivial y cotidiano
secuestra la imaginación y la capacidad de darse cuenta en la persona promedio, y la
fe en Dios se aproxima como nunca antes a la ciencia, buscando sobrevivir. Mientras, el hombre
negocia y se lucra con la doctrina y con la ciencia, se niega o reafirma a través de
ambas, y en la mayoría de los casos crea su zona de confort particular prescindiendo
fácilmente del tema religioso.
El progreso tecnológico, al crear y satisfacer numerosas necesidades materiales o intelectuales, también ha hecho que una gran parte de la humanidad afiance sus creencias metafísicas o las abandone. El resto sigue observando ciertas prácticas rituales, vacías de todo contenido racional, por razones de tradición, rutina, costumbre o conveniencia, y por el temor a verse excluido de la sociedad. La fe en los dioses nació porque los hombres sufrían y sentían la necesidad de liberarse del dolor de vivir, y eso continúa vigente, manteniendo la necesidad masiva de las religiones que separan y las supersticiones que embrutecen. Pero, debido al perenne silencio divino ante tantos hechos que continuamente desmienten (al menos en este planeta) la existencia de un creador amoroso que responde a las oraciones y vela por toda su creación, la indiferencia religiosa se extiende de manera acelerada. Conforme avanza la ciencia, crece la autosuficiencia del hombre, y este adopta una actitud de vida utilitaria en la cual Dios no tiene lugar, o es usado con fines comerciales y para manejar a otros seres humanos.
El progreso tecnológico, al crear y satisfacer numerosas necesidades materiales o intelectuales, también ha hecho que una gran parte de la humanidad afiance sus creencias metafísicas o las abandone. El resto sigue observando ciertas prácticas rituales, vacías de todo contenido racional, por razones de tradición, rutina, costumbre o conveniencia, y por el temor a verse excluido de la sociedad. La fe en los dioses nació porque los hombres sufrían y sentían la necesidad de liberarse del dolor de vivir, y eso continúa vigente, manteniendo la necesidad masiva de las religiones que separan y las supersticiones que embrutecen. Pero, debido al perenne silencio divino ante tantos hechos que continuamente desmienten (al menos en este planeta) la existencia de un creador amoroso que responde a las oraciones y vela por toda su creación, la indiferencia religiosa se extiende de manera acelerada. Conforme avanza la ciencia, crece la autosuficiencia del hombre, y este adopta una actitud de vida utilitaria en la cual Dios no tiene lugar, o es usado con fines comerciales y para manejar a otros seres humanos.
Esa
indiferencia se ha convertido en un fenómeno cultural, en una mezcla de
desconcierto, dudas, manipulaciones, compraventas, ídolos, supersticiones, escapismos,
hastío vital y controversias metafísicas insolubles. El fenómeno de la
indiferencia viene de la rivalidad entre dos comercios: La cultura consumista,
que vende recursos supuestamente infalibles para alcanzar la felicidad
atendiendo a intereses, placeres y preocupaciones inmediatos, y la venta que
hacen las religiones de una salvación hipotética en el más allá si se obedece
la voluntad de un ser que jamás se muestra y cuya interpretación es anunciada
por cada fe como la única verdadera. De esta rivalidad entre mercaderes nace la
ausencia de Dios, poco
útil en un mundo lleno de necesidades creadas por el consumismo ya mencionado,
donde el dios intangible es reemplazado por el muy palpable dios-dinero, y el
prójimo es visto por el egoísta como un medio para conseguir los fines propios,
o como una amenaza a su libertad individual. Y así es como el hombre moderno termina
por concluir que «el infierno son los otros». Lo que no excluye a nadie.
Según
Sartre, es ilusorio creer en el porvenir y en la trascendencia de la humanidad.
El político deshonesto, el militar corrupto, el comerciante rapaz, la autoridad
abusiva, el sacerdote incongruente, el delincuente per se, y el que no se
reconoce como tal, pero que actúa con codicia, ventaja e indiferencia ante el
perjuicio que causa a otro, actúan así por sentirse solos, confundidos,
temerosos, desvalidos, o porque es su inclinación predominante, natural o
aprendida. Y a lo largo de los siglos manchados de sangre estos depredadores continúan
naciendo y proliferando, sin dejar de ser como son, usando a los demás para
conseguir placer, provecho, aceptación, reconocimiento y poder. Lo que pueda venir
después de la muerte, si acaso viene algo, no les preocupa, pues la única
realidad que cuenta para ellos es la de cada hora vivida en medio de una feroz competencia
de cuerpos y de símbolos materiales. Enmascaran su profundo vacío lleno de
miedo con el acopio frenético de cosas, de honores sociales, de momentos
placenteros y de bienes, entre discursos vanos, falsas tolerancias, acciones
egoístas disfrazadas de bondad o de justicia, ceguera voluntaria hacia el mal
ajeno, acciones mezquinas, metas falsas, bondades fingidas e hipocresías
sociales, entre otras mil señales del individualismo radical del hombre
contemporáneo.
Este
desconfía del amor desinteresado, y hasta lo desprecia como algo idealista y
poco rentable, aunque viva buscándolo y se arruine a sí mismo o a otros tratando
de comprarlo. La pasión desinteresada y la solidaridad son entendidas por la
masa alienada como movimientos absurdos, no rentables, ciegos, teóricos, neciamente
idealistas. La pasión sensorial sustituye al amor, y la compasión se está
convirtiendo en una palabra inactiva casi ausente del vocabulario corriente y
de la conducta diaria. En este infierno, innegable e innecesario, una gran parte de la humanidad se
cree buena mientras alimenta el fuego donde arde y se apoya en Dios por lo que
obtiene con su fe. Y de esta manera seguimos caminando en medio de lo
desconocido, entre tropezones, dualidades, incongruencias, errores y aciertos,
creyéndonos dioses sin Dios o colocando a la divinidad afuera de nosotros para adorarla o ignorarla en forma de creencias abstractas o de falsos ídolos representativos.
En
este tiempo de contactos tecnológicos masivos, destaca la falta de una
comunicación cara a cara, sincera y sostenida, que cambie la indiferencia en
solicitud y la soledad en unión efectiva. Pocos comprenden que
la base del egoísmo y de cualquier maldad es el miedo, cuyo opuesto y único
antídoto es el amor. Es necesario reflexionar sobre todo esto para mejorar
la vida y dejar de ser su doliente; cabe distanciarnos de cuanto nos rodea y
afecta para honrar con el uso adecuado lo único que nos diferencia de los demás
animales, la capacidad de pensar y de razonar, la misma que motiva a cuestionar
o a escribir artículos como este, aunque resulten poco útiles, pues generalmente
los leen quienes menos los necesitan. Aun así, vale la pena intentarlo, para
encontrar afines y aprender unos de otros. Al menos unos pocos crecen en la interacción, lo que ya es un mínimo cambio positivo
que contribuye a elevar el nivel de toda la humanidad. Por eso invito a reflexionar.
Consideremos lo siguiente: Un Dios todopoderoso
y bueno, ¿puede crear un mundo sin mal? Si no puede, no es todopoderoso; si
puede y no lo hace, le falta bondad, o no pasa de ser un maldito sádico. Estamos
ante el dilema clásico. En un mundo con tantas cosas buenas y eficientes que
resulta absurdo atribuirlas a la casualidad o a una fuerza no inteligente o no
amorosa, la existencia del mal y del sufrimiento es el principal obstáculo para
la fe en Dios del creyente, el argumento más importante en favor del ateísmo,
el motivo central de la indiferencia humana hacia lo trascendente. Solo la
ausencia de inteligencia puede atribuirse a sí misma la creación y
mantenimiento de un universo tan evidentemente hecho con inteligencia, lógica y
armonía, si exceptuamos las obras oscuras de la especie humana, la única que
conozco capaz de construir el dolor y dañar de manera consciente.
En
todo caso, si Dios es bueno y todopoderoso, entonces es responsable del mal, por
haberlo creado o por no impedirlo. Y lo ha de tener dentro de Sí, o no es
infinito y termina donde lo malo comienza. O es eso, o el mal es una ilusión, ignoramos
lo que realmente es el bien, y nuestra existencia no pasa de ser un sueño con
ribetes de pesadilla. Pero entonces, ¿cómo despertar? ¿Quién puede probarle a
un menesteroso que está dormido, y que por estarlo no disfruta de una realidad
distinta a la que sueña? Los hombres niegan a Dios porque observan que el mal
triunfa, porque experimentan sufrimientos sin sentido, porque encuentran que lo
aprendido con el cuerpo de nada les sirve después de la muerte, cuando se
carece de entidad física. Por otra parte, el mal se convierte en fundamento de
la posibilidad de Dios cuando provoca el descontento de este mundo, y orienta a
los hombres hacia otro mundo distinto a través de la fe y la esperanza. Pero desde
la fe y con la esperanza de un mundo mejor, el hombre ha obrado históricamente de forma terrible en contra del
hombre, por conveniencias concretas o por defender utopías. Y entre tales contradicciones y
círculos viciosos, nuestra especie repite una y otra vez los mismos
errores, y se formula sin cesar las mismas preguntas sin respuesta.
¿Por
qué tienen los hombres la enorme libertad de torturar a sus semejantes y a su
entorno, temiendo y buscando simultáneamente la muerte? ¿Por qué tanta guerra y autodestrucción? ¿Por qué el alma humana, que a veces es capaz de tanta belleza,
bondad, heroísmo, nobleza y generosidad, puede sustentar también los instintos
más deshumanizados? Hay en la experiencia de nuestra especie abismos de maldad
que la razón no puede ni siquiera calificar. Y los hombres que encarnan esa
maldad acaban como sus víctimas, terminan pareciendo pobres actores guiados
por un director oculto en la sombra, porque el mal que sale de ellos y dejan regado
a su paso les excede infinitamente. Hasta los peores dictadores y criminales son
peleles que siempre acaban muertos, títeres insignificantes de un mal absoluto
que los desborda. Ante esto el hombre se irrita, porque no quiere ser juguete
de nada ni de nadie que no sea él mismo. No soporta su insignificancia. Y por
eso en su orgullo acude al recurso de la divinidad, para comprenderse, para
explicarse, para elevarse hasta ella o al menos para considerarse hijo suyo.
El
ser humano no entiende cómo puede ser movido por tales fuerzas externas o
internas, por tal dualidad, y entonces configura la presencia de un ser maligno
que contrapone a la de un dios bueno para explicar que una civilización que
desea la razón, la justicia y el bien común, caiga día tras día y siglo tras
siglo en ejercitar lo contrario. Sumergida en el mal, muchas veces auto
infligido, la historia humana se convierte en un juicio a Dios, en una
acusación por parte del hombre acerca del porqué la oscuridad domina mucho de
la gran historia del mundo y también de cada pequeña historia individual. Y el
dilema sigue pues, mientras haya humanidad, habrá el rechazo visceral de todo ser viviente a la idea de su
aniquilación total después de la muerte. De ahí salen distintas versiones acerca de la vida en el más
allá, que se enuncian para tener la esperanza de seguir existiendo de la forma
que sea.
Mientras, el más acá muestra hasta el cansancio que quien obra astuta y negativamente contra el otro casi siempre vive mejor, aparentemente, que aquel que se rige por la virtud. Asimismo, lo cotidiano prueba que el amor da una felicidad que excede la obtenida a través del mal, el poder o lo tangible. Pues, no siendo el hombre una cosa, difícilmente puede llenarse con cosas materiales. Y así vivimos, confundidos en medio de fuerzas incontrolables, con miedo a lo desconocido, dramatizando con problemas (reales o no) nuestra breve existencia. De la capacidad y decisión de cada quien para seguir el camino del amor o del miedo, o de fluctuar entre ambos, surge el valor individual y colectivo que tiene cada vida humana. Pero, ¿quién está en posición de fijar o juzgar ese valor? Solo alguien omnisciente, que sepa todo acerca del antes y después de cada vida, y pueda explicarla, justificarla, valorarla o condenarla. Lo que nos lleva de vuelta a la divinidad, la misma que según los iluminados se reserva el derecho de someter a sus criaturas a la ley del karma o a la de un juicio final. Y otra vez se cerró el círculo.
Mientras, el más acá muestra hasta el cansancio que quien obra astuta y negativamente contra el otro casi siempre vive mejor, aparentemente, que aquel que se rige por la virtud. Asimismo, lo cotidiano prueba que el amor da una felicidad que excede la obtenida a través del mal, el poder o lo tangible. Pues, no siendo el hombre una cosa, difícilmente puede llenarse con cosas materiales. Y así vivimos, confundidos en medio de fuerzas incontrolables, con miedo a lo desconocido, dramatizando con problemas (reales o no) nuestra breve existencia. De la capacidad y decisión de cada quien para seguir el camino del amor o del miedo, o de fluctuar entre ambos, surge el valor individual y colectivo que tiene cada vida humana. Pero, ¿quién está en posición de fijar o juzgar ese valor? Solo alguien omnisciente, que sepa todo acerca del antes y después de cada vida, y pueda explicarla, justificarla, valorarla o condenarla. Lo que nos lleva de vuelta a la divinidad, la misma que según los iluminados se reserva el derecho de someter a sus criaturas a la ley del karma o a la de un juicio final. Y otra vez se cerró el círculo.
Después de intentar condensar algunas paradojas de la vida en este
texto, que por un tiempo cerrará este blog y que por razones obvias enfatiza "lo malo"
sobre "lo bueno", prefiero terminar con
una pregunta: ¿Dónde estoy, y hasta dónde puedo llegar dentro del redondel que
me encierra junto al resto de la humanidad?
Vale la pena pensar en ello, tocar nuestros límites y expandirlos progresiva y voluntariamente, para que nuestro ser evolucione todo lo que pueda desde cada punto que vaya ocupando en el universo. Varias de las interrogantes planteadas exceden la actual capacidad humana, pero es nuestro derecho tratar de responderlas con reflexiones y con acciones, por aspirar a una mayor calidad de vida personal y colectiva. Por mi parte me gusta pensar, sin la necesidad de imponerle esta posibilidad a otros como ideología necesaria o verdad absoluta, la posición trascendente actualmente más en boga: "Cuando la divinidad se concibe como algo exterior y ajeno a uno mismo, todo lo que tiene que ver con ella se convierte en "teología" y teoría. En cambio, cuando se siente y vive que Dios es yo - un yo que te incluye pues también eres tú, y todos, dentro del Todo-, esta posición se transforma en algo eminentemente práctico y con repercusiones e impactos directos e inmediatos, si profundizamos en la práctica cotidiana de nuestra divinidad abordando constructivamente cuestiones como el amor a uno mismo y el endiosamiento del ego; la superación del sufrimiento dejando de juzgar a la vida; la experiencia diaria de una vida sencilla; la vivencia consciente y constante del aquí y el ahora; el poder de soltar, cambiando adicciones por simples preferencias; la práctica de la libertad ideológica y afectiva y la consecuente disolución de miedos; la significación del silencio; la innecesariedad de hacer y lograr el éxito material y social dentro del disfrute, del ejercicio de los dones y talentos y del acto continuo del Vivir Viviendo".
En tanto ajusto mi existencia a estos lineamientos, permaneciendo abierto a otros que prueben ser más acertados, sé que, mientras respire, no me queda otra opción que seguir buscándome entre la luz y la oscuridad, haciendo el bien o el mal según la voz de mando que predomine en cada momento y circunstancia dentro de mí. Pues soy, simplemente, un ser humano, nada más que eso. Pero tampoco menos.
Vale la pena pensar en ello, tocar nuestros límites y expandirlos progresiva y voluntariamente, para que nuestro ser evolucione todo lo que pueda desde cada punto que vaya ocupando en el universo. Varias de las interrogantes planteadas exceden la actual capacidad humana, pero es nuestro derecho tratar de responderlas con reflexiones y con acciones, por aspirar a una mayor calidad de vida personal y colectiva. Por mi parte me gusta pensar, sin la necesidad de imponerle esta posibilidad a otros como ideología necesaria o verdad absoluta, la posición trascendente actualmente más en boga: "Cuando la divinidad se concibe como algo exterior y ajeno a uno mismo, todo lo que tiene que ver con ella se convierte en "teología" y teoría. En cambio, cuando se siente y vive que Dios es yo - un yo que te incluye pues también eres tú, y todos, dentro del Todo-, esta posición se transforma en algo eminentemente práctico y con repercusiones e impactos directos e inmediatos, si profundizamos en la práctica cotidiana de nuestra divinidad abordando constructivamente cuestiones como el amor a uno mismo y el endiosamiento del ego; la superación del sufrimiento dejando de juzgar a la vida; la experiencia diaria de una vida sencilla; la vivencia consciente y constante del aquí y el ahora; el poder de soltar, cambiando adicciones por simples preferencias; la práctica de la libertad ideológica y afectiva y la consecuente disolución de miedos; la significación del silencio; la innecesariedad de hacer y lograr el éxito material y social dentro del disfrute, del ejercicio de los dones y talentos y del acto continuo del Vivir Viviendo".
En tanto ajusto mi existencia a estos lineamientos, permaneciendo abierto a otros que prueben ser más acertados, sé que, mientras respire, no me queda otra opción que seguir buscándome entre la luz y la oscuridad, haciendo el bien o el mal según la voz de mando que predomine en cada momento y circunstancia dentro de mí. Pues soy, simplemente, un ser humano, nada más que eso. Pero tampoco menos.
Hola. Quedé impactado con el tema y quiero felicitarle por haber tratado con tanto respeto lo de las distintas posiciones de la gente sobre Dios Padre. Yo creo en El y no se si Usted pero lo que me llega de la lectura es que no tanto aunque si diga que ateos y agnósticos y creyentes puedan pensar con todo derecho desde su punto de vista sin que se les deba condenar y eso está muy bien. Por tanta pelea y violencia y tanta falta de respeto es que estamos como estamos pero eso no es culpa de Dios Padre si no de la propia humanidad. Y quiero decirle que me ha hecho ponerme a ver las cosas como el ateo o los demas y ahora los entiendo mejor pero yo estoy claro con lo mio. Y me ha hecho pensar cosas sobre El que nunca se me había ocurrido y aunque sean raras se lo agradezco mucho. No cierre el blog que yo lo leo y aprendo aunque primera vez que dejo mi opinión aquí. Soy Efraín. Gracias.
ResponderEliminarBienvenido, Efraín, y muchas gracias por tu opinión. Me alegra enormemente que este texto te haya conducido a nuevos puntos de vista, acercándote con ese crecimiento a Dios y al Hombre. Nada más costoso y absurdo que permitir a nuestras creencias diferentes el separarnos de lo que, a fin de cuentas, forma como cada uno de nosotros parte del Todo.
EliminarHola Gus.Tiempo sin pasar por acá y llego justo a tiempo para ver que vas a suspender el blog?¿Porqué?Te debes a tus lectores y este espacio ya es especial para mas de uno,nos pones a pensar en temas de veras importantes.No tengo sino que darte las gracias por tu generosidad y confiar en que volveremos a tenerte por acá en un par de meses.Me sumo a Efraín y a la Maga en este deseo y como siempre te felicito y te doy las gracias por este estupendo articulo,profundo y útil como el que mas y muy bienvenido en estos tiempos de poco pensar y de mucho hacer esta crisis mundial.Te queremos.
ResponderEliminarGracias Caro por tu apoyo a distancia, justo ayer comentaba con un amigo que tenía tiempo sin saber de ti. Me gustaría que tanto tú como todos y cada uno de mis apreciados lectores se den también una vuelta por el blog LA TRIBUNA DE AVALON, obra de un querido amigo, cuya filosofía minimalista e inspiradora tiene el mismo fin que este blog, y que ya cuenta con la suma de sus entradas, todas estupendas, en formato PDF. Nos seguimos leyendo el año entrante, y te deseo que mientras respires, seas auténticamente feliz.
EliminarLA INDIFERENCIA HUMANA DE DIOS
ResponderEliminarDios no puede tener indiferencia humana porque no es humano.
Lamento profundamente las angustias existenciales que te afligen, por otra parte totalmente entendibles, ya que eres un ser espiritual y sensible al dolor tuyo y ajeno…
Entiendo que te han fallado las religiones, quizá por haberlas “endiosado” previamente, cuando no son nada más que expresiones humanas…
El progreso tecnológico,(conocido hoy, pero obsoleto si lo comparamos con el por llegar) es un paradigma de “endiosamiento” de algo perecedero…
Dices:
Desesperado ante su impotencia, mira al cielo y se pregunta por qué no interviene…
Olvidas lo dicho por Jesús: “Mi reino no es de este mundo”
Todos tenemos un plan Divino, y hemos de cumplirlo, pero mientras lo descubrimos, no olvidemos nuestra obligación de luchar por lo que creemos, de manera mundana, adulta sin esperar la ayuda del Creador como de niño esperábamos la ayuda de nuestro padre…pero una lucha ajustada a los principios morales propios.
No mencionas a los vendedores de paraísos marxistas que prometen una arcadia feliz…pero mientras te aplican una feroz dictadura como interludio inevitable para la construcción del paraíso, efectivamente, poca diferencia hay entre los vendedores de humos religiosos y estos otros religiosos del marxismo.
Tengo claro que el mal existe desde la noche de los tiempos.
Pretender sacar una explicación es inútil, el mal es la contra del bien, la luz contra la oscuridad.
Dices: Y a lo largo de los siglos manchados de sangre estos depredadores continúan naciendo y proliferando, sin dejar de ser como son, usando a los demás para conseguir placer, provecho, aceptación, reconocimiento y poder. Lo que pueda venir después de la muerte, si acaso viene algo, no les preocupa, pues la única realidad que cuenta para ellos es la de cada hora vivida en medio de una feroz competencia de cuerpos y de símbolos materiales. Enmascaran su profundo vacío lleno de miedo con el acopio frenético de cosas, de honores sociales, de momentos placenteros y de bienes, entre discursos vanos, falsas tolerancias, acciones egoístas disfrazadas de bondad o de justicia, ceguera voluntaria hacia el mal ajeno, acciones mezquinas, metas falsas, bondades fingidas e hipocresías sociales, entre otras mil señales del individualismo radical del hombre contemporáneo.
De acuerdo en todo lo dicho, pero me consuela constatar que cada vez que un “señor importante” enferma de muerte (la gran igualadora) se aferra a un atisbo de miserable existencia que le abandona…
La compasión es un sentimiento que se da en varias especies, no es patrimonio del hombre, en otras la ausencia de ella es solo un mecanismo de supervivencia.
Dices: “En este infierno, innegable e innecesario”, no creo que sea innecesario, ¿No son necesarias la vallas en una carrera de obstáculos?
La soledad y la desunión afectiva también se dan en compañía, pues nada es más horrible que la soledad en compañía. Gracia a la tecnología he tenido el placer de conocerte, aunque jamás te haya visto.
Dios creó su casa, a la que algunos pretendemos ir tras el paso por este valle de lágrimas…
Sigo en otro pos extensión de caracteres...
Nada ocurre casualmente, siempre es por algo, muchas cosas llevo pasadas, muchas dudas soportadas… muchas quitas a mi vida humana, solo una certeza: nunca me abandona, si yo no le abandono y la muerte será mi medio de liberación, no puedo buscarla ex profeso, pero si me cruzo y tengo que acompañarla…habrá sido su voluntad, mientras ejerceré como portador de luz para el camino.
ResponderEliminarDices:
“Si no puede, no es todopoderoso; si puede y no lo hace, le falta bondad, o no pasa de ser un maldito sádico.
En todo caso, si Dios es bueno y todopoderoso, entonces es responsable del mal, por haberlo creado o por no impedirlo. Y lo ha de tener dentro de Sí, o no es infinito y termina donde lo malo comienza. O es eso, o el mal es una ilusión, ignoramos lo que realmente es el bien, y nuestra existencia no pasa de ser un sueño con ribetes de pesadilla.”
Escucho constantemente en mi país esa pregunta, y no solo referida a Dios, también la refieren al gobierno que lo creen todo poderoso…
Y no se preguntan ¿Qué hago yo para impedirlo?
Para que lo malo prevalezca, basta que el bien permanezca inmóvil.
No soy hombre erudito, ni he leido los Libros Sagrados, pero recuerdo la historia contada de Sodoma y Gomorra, que el clamor de la quejas sobre la maldad llegó a oídos de Dios y mandó a los Ángeles a exterminar esos nidos de maldad…
Aquí según el Libro Sagrado, Dios se manifestó…
Es el ying y el yang, lo blanco y lo negro, el bien y el mal…sostengo que el día en que el equilibrio se rompa en cualquier sentido… “el juego” habrá acabado.
El mal se toma libertades constantemente corrompiendo a la sociedad, tomémoslas nosotros también, siendo incansables en la luchas contra él.
Siempre digo que el hombre es insignificante con un ego enorme, he puesto ejemplos varios, pero el último ejemplo visual que he encontrado en la red es este en el que pongo el enlace: https://plus.google.com/101790655014637323476/posts/1GTraN5FYM7
Unas personas con angustia existencial piden explicación al Hacedor del universo y viven en ese minúsculo planeta de esa perdida galaxia en ese inmenso universo…
Y finalizo:
ResponderEliminarSi es tu voluntad el cerrar el blog, sea. Pero el que se rinde, pierde y gana el mal.
Un gran abrazo
Ávalon
Mi invalorable Alberto Antonio, gracias por este aporte tan sabio, justo y amoroso, que estoy seguro servirá a todo el que lea este blog. Aclaro que no estoy pasando por una situación personal que me provoque dolor o cansancio, al menos no más que los habituales que siento desde niño, eso que sucede cuando -y tú conoces del tema- uno piensa diferente a la mayoría y ve con horror y compasión la ceguera espiritual que la mueve y que va destruyendo valores irreemplazables en un mundo tan lleno de cosas hermosas y buenas. El blog renacerá como el fénix con el Nuevo Año, pero es parte de mi exploración del desapego y mi actual priorización del tiempo el espaciar sus publicaciones, pues creo que ya he dicho casi todo lo que encuentro importante para compartir. Quiero decirte que cada vez que dejas tus comentarios, me sirven de estímulo y de reflexión profunda, que admiro y valoro tu fe, que ni tú ni yo debemos rendirnos aunque sintamos el cansancio del gladiador, prueba de que realmente estamos haciendo algo, que tu profunda erudición es tan genuina que puede prescindir de los títulos y avales sociales que sustentan la de muchos otros doctores, que tus palabras "el hombre es insignificante con un ego enorme", "para que lo malo prevalezca, basta que el bien permanezca inmóvil" y las que predicen el cese del juego de la dualidad cuando se rompa el equilibrio las hago mías, entre otras tuyas, por concisas y ciertas, y que honro esa luz potente que te anima y constituye, porque es la prueba de que Aquello en lo que confiamos existe y es eterno. Un fuerte abrazo, hasta pronto y hasta siempre.
ResponderEliminarY quien eres tú para ponerte a criticar a Dios o analizarlo o tratar de interpretar Su Divina Voluntad?
ResponderEliminar¿Y quién eres tú para decirle a alguien que no ejerza su derecho a expresarse como quiera sobre el tema que le de la gana?
EliminarDefinitivamente existen los inquisidores modernos. Este "anónimo" es uno de ellos.
RB
Gracias, Rafa. Yo le doy a cada quien el derecho a expresar lo que cree y siente, en tanto lo fundamente con lógica y lo actúe sin que atente contra el derecho de los demás. En el caso de los inquisidores, antiguos y modernos, considero que forman parte de las heces más hediondas y contaminantes que han salido del cuerpo de la Humanidad, sobre todo si realizan sus acciones sádicas desde la impunidad de un poder religioso o social que les otorgan en su contexto otros depredadores. Todos los actos de crueldad y brutalidad contra el entorno y sus semejantes cuestionan la filiación humana de las "personas" que los cometen, sea que los realicen desde el fanatismo, la estupidez, el egoísmo, la codicia, el afán de seguridad, la obediencia que no cuestiona ni razona, la adicción al poder o desde cualquier otro disfraz que en cada caso asuma el miedo.
EliminarAnónimo: Tu forma de interpelar es extemporánea, recuerda la de Gregorio VII emitiendo con pretendida infalibilidad la doctrina teocrática en su Dictatus Papae (año 1075). Te respondo porque no quiero que, al dirigirme una pregunta que quede sin respuesta, puedas confundirme con Dios. Y lo hago con las últimas trece palabras del texto anterior, mediante el cual reflexiono, planteo, analizo y comparto usando la capacidad del pensamiento racional que también te distingue, como a mí, de otras especies animales, como dice este mismo texto en el párrafo ocho... Aunque reconozco que a veces, viendo algunos procederes humanos, fantaseo con la ilusión de convertirme en perro, caballo, águila o delfín, o incluso en árbol, astro o piedra :)
ResponderEliminarDILE NOOO.....a engancharte en el sufrimiento, pérdida y dolor.. DILE SI.......al don de la vida por aprender a levantarte. Marianela Jacobskind
ResponderEliminar¡ESA ES LA ACTITUD! Salirnos de ese aprendizaje tradicional impuesto en gran parte del mundo y su historia por la religión judía y su derivado el cristianismo de tener que vivir sufriendo, de necesitar el dolor para evolucionar espiritualmente (si tal cosa es posible), y procurar en cambio aprender desde el disfrute , sin daño propio o ajeno. Gracias, Marianela.
ResponderEliminarY quien eres tú para ponerte a criticar a Dios o analizarlo o tratar de interpretar Su Divina Voluntad?... Actitudes como ésa han hecho que durante siglos pueblos enteros hayan sido masacrados y sometidos y que, hoy mismo, otros pueblos vivan inmersos en la más profunda ignorancia y enfermos de fanatismo. Creo que ya lo comenté en otro artículo tuyo, es muy peligroso dar más peso a aquello que se cree que a lo que se sabe, las creencias hay que tenerlas siempre en cuarentena y dejarlas en un ámbito estrictamente privado, son cuestión de conciencia individual, no social, ni política, ni tampoco humana, generalizaciones con las que buscan imponerse. Disculpa que, en vez de comentar tu artículo, espléndido como siempre, responda al anónimo medieval que cree en voluntades divinas que los demás debiéramos respetar, se ha perdonado u olvidado, que para el caso es lo mismo, tanto daño hecho en nombre de esa supuesta voluntad ¿qué más quieren?
ResponderEliminarGracias, Carlos. En verdad me gustaría que cada comentarista, incluyendo al que motivó gran parte de tu aporte en este artículo, se conceda el beneficio de leer estas palabras tuyas, pues resumen una de las mejores invitaciones hechas por un cerebro lúcido a la humanidad fanática para que se dé cuenta de lo que construye desde su posición tan cerrada, limitante y destructiva. Un abrazo para ti, lleno de afecto.
EliminarNo pude sino sonreír mientras leía, muy despacio, tu nuevo artículo (esperaré al próximo, con gusto, con paciencia y con otra sonrisa... un nuevo comienzo para abrir una nueva etapa de la humanidad).
ResponderEliminarPara quien no lo sepa: nuestros límites los imponemos nosotros mismos según el desarrollo Espiritual o la densidad del Ego que poseamos (el Ego es la antítesis del Espíritu). Todo lo demás, es bulla y sólo bulla, externa e interna.
Además, esta humanidad es lo que es por ser ambivalente y por no conocer las definiciones de conceptos ni de ideas sino utilizarlas como consume a diario: en banalidad y materialismo depredante. El día en que nos consideremos Dios entre nosotros y nos tratemos como tal, Evolucionaremos de Verdad; mientras, medrar en obesidad y mutar con otros males de la materia.
Y para ti, Gustavo, si sientes que poco falta para seguir compartiendo, será porque tu círculo se está cerrando... bien por ti, lo que sigue será mejor, mucho mejor.
Como siempre, el más fuerte de los abrazos!
Toda vivencia forma parte de un círculo, querido Víctor, sea que lo cierre o no. Y estoy contigo en lo de tener que responsabilizarnos por cada una, hasta que el ritmo, el aprendizaje y la decisión de cada quien lo lleve a verse tal cual realmente Es. Un abrazo fraterno y gracias por tu luz.
EliminarHay que salir de uno para ponerse en los zapatos del otro. Tampoco uno puede dar lo que no tiene. Andrés Guerrero
ResponderEliminarLo que dices, amigo, son dos verdades inmensas e indiscutibles que, si se aplicaran de manera frecuente como empatía y auténtica generosidad, le cambiarían la faz a la Humanidad por otra mucho más armoniosa, pacífica y feliz. Gracias Andrés por difundir este artículo.
EliminarHermosa Maga de la Vida: Gracias por el momento de felicidad que tuve al leer tu comentario y saber por él que te llegó perfectamente el mensaje, que disfrutaste el artículo siendo del grupo que, por ser, saber y practicar lo que admiro y enaltezco, no lo necesita. En cuanto al cierre del blog, es temporal, y posiblemente lo reactive el próximo 2014, con temas también abiertos a opinión como hasta ahora, pero publicados como ensayos bimensuales. Entretanto, te dejo mi correo soyotuel@hotmail.com para seguir en contacto (pues también me nutro de tus aportes) y mi reconocimiento por la magia con la que impregnas un mundo que necesita de luces puras y auténticas como la tuya.
ResponderEliminarHERMOSO TU BLOG. ME ENCANTÓ! Magda
ResponderEliminarGracias por enlazar nuestros blogs, Magda. Lo aprecio y me gusta que el mío te agrade. Así es como se encuentran las afinidades. :)
EliminarInteresante blog y muy bien planteados los temas. Este comentario vale para cada uno de ellos. Saludos. Jose Luis
ResponderEliminarGracias amigo. Cada uno de los temas de este blog y su escriba valoramos tu elogio, aunque vale decir que ninguno de ellos dice algo que no haya aportado otra conciencia humana a su modo y en algún momento de esta u otra época :)
EliminarMe ha parecido muy interesante tu post, y creo realmente que una mayoría opinamos lo mismo. Es difícil creer en un Dios que obvia la maldad, pero al mismo tiempo, cuesta pensar que todo lo que nos rodea haya sido creado de la nada. Para el creyente verdadero, que los hay, la vida resulta mucho más fácil. Los que como yo pensamos que tras la muerte sólo hay polvo, debemos aceptarlo sin más. Perdona que no me extienda más ya que sería repetir en cierta medida lo expresado por ti.
ResponderEliminarAgradezco y valoro debidamente tu comentario, amiga, por honesto y objetivo. Es hermoso el alto grado de respeto, realismo y tolerancia que evidencia. Cuando un ser humano piensa y se comunica desde un nivel como el tuyo, no necesita de religiones ni de conceptos prefabricados acerca del más allá, mientras su presencia enriquece el más acá. Gracias por entrar a este mi (tu) blog de librepensamiento.Un abrazo.
EliminarEl artículo titulado: “La Indiferencia Humana de Dios” publicado por LOBIGUS, en mi opinión, es una invitación a la polémica en un ambiente con el cual no estoy familiarizado. Vivo y escribo desde Ciudad de Bayamo, Cuba. Acostumbro a conversar directamente con cualquier persona, respetando siempre sus criterios, pues no soy docto en ninguna materia; pero trataré de exponer lo que pienso al respecto. Comenzaré diciendo que, aunque católico, admito la generalidad de los conceptos proclamados por las grandes religiones como la judía, la musulmana, la budista, la hinduista, los cristianos ortodoxos, o las diferentes iglesias protestantes. He debatido también con espiritistas, masones o testigos de Jehová, y me he percatado que existe algo en común: la creencia en un ser superior, llamado Dios, Emmanuel, Yahvé, Jehová, Alá, o el Gran Arquitecto. La cuestión, quizás, reside en cómo lo vemos y en cómo queremos que los demás lo vean, lo que ha generado muchas controversias y hasta sangrientas guerras.
ResponderEliminarEn el citado artículo se señala que la indiferencia humana ante Dios se deriva del “perenne silencio divino ante tantos hechos que continuamente desmienten (al menos en este planeta) la existencia de un ser amoroso que responde a las oraciones y vela por toda su creación”. Concluye afirmando que “el fenómeno de la indiferencia viene de la rivalidad entre dos comercios: La cultura consumista, que vende recursos supuestamente infalibles para alcanzar la felicidad atendiendo a intereses, placeres y preocupaciones inmediatos, y la venta que hacen las religiones de una salvación hipotética en el más allá, si se obedece a la voluntad de un ser que jamás se muestra y cuya interpretación es anunciada por cada fe como la única verdadera”. Voy a mencionar ahora un punto básico en religiones como la judía y la cristiana, y cuyo valor moral no rechazan otras religiones, ni siquiera los ateos: El Decálogo, el código de leyes que Dios entregó a Moisés en el Sinaí. ¿Se puede negar que el contenido de sus preceptos es esencial para el hombre? Sin embargo, éste lo ha violado una y otra vez, y no parece estar saciado aún de matar, robar, engañar y mentir en perjuicio de sus semejantes. Pero Dios no se cansó, porque un Padre, y los que tenemos hijos lo comprendemos mejor, NO TIENE DERECHO A CANSARSE DE REGAÑAR Y EDUCAR A SUS HIJOS. El envió a otros profetas, y citaré solo a uno en especial, a Jeremías, cuando dice: “Que no se alabe el sabio por su sabiduría, ni el valiente por su valentía, ni el rico por su riqueza. Quien quiera alabarse que busque su alabanza en esto: En tener inteligencia y conocerme. Yo soy Yahvé, el que tiene compasión, el que hace justicia en la tierra y que la gobierna conforme a derecho. Estas son las cosas que me gustan, palabra de Yahvé”. ¿Se puede negar el profundo contenido pedagógico de estas palabras? El hombre se afana en busca de conocimientos que lo lleven a “logros” cada vez mayores. Construye barcos que parecen ciudades, enormes edificios, aviones supersónicos, escudriña el Universo con magníficos telescopios, estudia cómo hacer naves capaces de llevarlo a otras estrellas… ¿y que hay de la primera clase? Simplemente la olvidó, está muy ocupado esforzándose en ser tan grande y poderoso como su Padre, y aún mayor que El. No dudo que muchos, si tuvieran al profeta Jeremías delante, le preguntarían: ¿de qué compasión y de cuál justicia hablas? No sé lo que les respondería Jeremías, pero estoy seguro de que lloraría por ellos. Mas la historia no quedó ahí. Dios no se cansa como nosotros. UN PADRE NO TIENE ESE DERECHO. Nos envió a Jesús, quien al ver que el hombre no había podido, a pesar de toda su sabiduría, aprender el Decálogo, lo resumió en dos mandamientos: “Escucha Israel: El Señor, nuestro Dios, es un único Señor. Al Señor tu Dios amarás con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu inteligencia y con todas tus fuerzas”. Y después viene éste: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.
PARTE I del comentario del Sr. Felipe Jesús Palenzuela Castillo (alias Salvador Sparti, autor de “El Confesor”)
Si nuestro corazón y nuestra alma estuvieran plenas de amor, nos acercaríamos al Señor; si fuéramos realmente inteligentes, sabríamos que cumpliendo sus enseñanzas seríamos mejores, y entonces, emplearíamos todas nuestras fuerzas en poner en práctica lo aprendido para cambiar este mundo que parece condenado al fracaso. Esa es la única fe que puede salvarnos. La fe que queda en las palabras, en la crítica a otros creyentes por la forma en que se acercan a Dios, o a los no creyentes por el hecho de no creer, no nos llevará a ninguna parte. Jesús también nos enseñó que no se puede servir a dos señores: a Dios y al Dinero. Pero el hombre va tras el segundo para su propio mal, porque el dinero no lo ennoblece, lo corrompe. A Jesús lo siguieron los apóstoles, santos y mártires, quienes sí aprendieron la segunda lección. Sin embargo, en la actualidad la humanidad continúa alejándose de Dios, le culpamos por nuestra propia rebeldía, porque no se muestra en el mundo, porque no castiga a los malos, como si “los malos” no fueran nuestros hermanos, a los que matamos, robamos y engañamos, y a los que, por tanto, les debemos mostrar nuestra compasión y darles el perdón. Pertenecemos a una misma familia, no caben distinciones entre ricos y pobres, fuertes y débiles, sabios e ignorantes, pues los padres enseñamos a los hijos mayores a proteger a los más pequeños e indefensos, recordándoles que antes lo hicimos con ellos. Pienso que no se trata de un perenne silencio divino, más bien es una perenne sordera humana. Es cierto que el hombre se refugia hoy en muchas cosas que promueve el consumismo buscando lo que Dios no le da, y es lógico. El no le dará bienestar sin esfuerzo, como no le dio a la descendencia de Abraham la tierra que le prometió antes de que fueran capaces de conquistarla. Los apóstoles sabían a lo que iban. Seguían a quien no tenía “ni una piedra donde recostar su cabeza”, al que les prometió la vida eterna, que alcanzarían tras el martirio terrenal. Quizás, aún la humanidad se encuentre en su adolescencia, esa en la que los hijos quieren superar a los padres, o creen ser más inteligentes que ellos, ésa en la que cualquier consejo de otro adolescente es más importante que las enseñanzas de sus progenitores, adquiridas con el estudio, el trabajo y los golpes de la vida. Es posible que la ciencia haya contribuido a ese alejamiento. Ahora hay muchas comodidades que no existían y una perspectiva de vida superior. El hombre se hace más dependiente de esos adelantos científicos, y Dios comienza a convertirse en un libro desgastado por el tiempo. Sirvan estos tres pensamientos de Albert Einstein, el científico más prominente del siglo XX y posiblemente de todos los tiempos, para volvernos a la realidad: “ El hombre encuentra a Dios detrás de cada puerta que la ciencia logra abrir” ; “En las leyes de la naturaleza, se revela una mente tan superior, que al compararla con las nuestras, éstas se vuelven insignificantes” ( ambas ideas presuponen la existencia de Dios); y este otro: “La religión sin ciencia, es ciega; la ciencia sin religión, es coja”, (y ese es un presupuesto de la importancia de los mandamientos del Sinaí).
ResponderEliminarPARTE II del comentario del Sr. Felipe Jesús Palenzuela Castillo
Creo que Dios nos ha enseñado bien, pero que hay alumnos buenos y malos; creo que podemos ser mejores si admitimos nuestros errores y los enmendamos; creo que El se muestra a cada minuto en los niños hambrientos, en los que padecen de enfermedades curables, en los que tienen sed de justicia, y nos dice: recuerden a Moisés, el anciano del que les hablé en la primera lección. Creo que El se muestra en los que comparten su pan, en los que hacen obras de caridad, en los que ayudan a damnificados y desplazados por la violencia o por los desastres naturales, en los que perdonan a quienes les hacen daño. Hay millones que han perdido el camino debido a ese consumismo y a otras corrientes no menos dañinas, pero hay otros millones que creen que Emmanuel ha llegado y nos acompaña a cada paso. Creo que podemos resucitar y vivir en el mundo futuro, pero que para ello debemos cambiar el presente, y no lo lograremos alejándonos de nuestro Señor. No nos sentemos a esperar a que El, que es grande y poderoso, aparezca y lo resuelva todo, y mucho menos le exijamos que lo haga so pena de dejar de creer en su existencia. Finalmente, quiero decir algo más: es cierto que alguien que pierde a un hijo como consecuencia de una enfermedad curable, o víctima de la violencia, puede sentirse abandonado por Dios. Es un golpe capaz de dejar anonadado a cualquier persona por fuerte que sea; pero he visto como un padre israelita se ha sumado a la lucha contra el terror entre los estados, luego de perder a una hija producto de un atentado perpetrado por grupos palestinos. El no quiere que mueran otros niños, de cualquier nación que sean. Ese hombre aprendió la lección del Sinaí que nos transmitió Moisés; ese hombre puede alabarse de tener inteligencia y conocer al Señor, como nos dijo Jeremías; ese hombre ama a su prójimo como a sí mismo, como nos enseñó Jesús. Cargará con su dolor eternamente sin culpar al Creador por ello, y no está solo en su lucha, hay otros con él en muchas partes. Ese es el amor con el que Dios actúa en el mundo, eso es tener compasión, eso es proceder con justicia en la tierra, eso es lo que El quiere que hagamos por ese amor que nos tiene, porque si continuamos creyendo que es el Señor quien tiene que mover las montañas, ¿cómo conquistaremos en el futuro a las estrellas? No será llevando hacia ellas la desilusión por su supuesto silencio; lo lograremos portando en nuestros corazones la paz, la esperanza y la concordia que aprendimos aquí.
ResponderEliminarPARTE III del comentario del Sr. Felipe Jesús Palenzuela Castillo
Decidí participar en esta conversación virtual luego de leer con asombro lo indicado por el Sr. Felipe Palenzuela (de Cuba), lo cual es lo de menos, pues el mundo debería estar abierto para todos por igual (aunque el “hombre” se encargue de cerrárselo a otros hombres a través de la represión bajo la mirada complaciente de dios). Y es que desde allí comienza mi asombro: si para usted dios –que abiertamente reconoce como la máxima autoridad de la moral humana– decidió manifestarse de la manera más anodina a través de un “Decálogo” (lo pongo en mayúsculas con intención), ¿qué considera que tuvo en mente (asumiendo que dios tiene inteligencia y características antropomórficas) para poner reglas y normas al mismo hombre sabiendo que éste (hecho a su imagen y semejanza) sería tan vulnerable que las quebrantaría una y otra vez? Imagino señor Felipe que entonces usted cree en la “Teoría de Creacionismo” (Adán, Eva y la serpiente parlanchina) por lo visto su dios disfruta mucho viendo como los humanos caen en la tentación desde su misma creación. Por otra parte, ya que usted cree que los profetas fueron enviados de dios para “diseminar” su palabra a través de un libro sagrado (la Biblia en este caso), pues debería tomar todo lo dicho en ese texto (mejor dicho: manuscrito: hecho por el hombre) sin excepciones y no lo que le parece que quiso decir. Por ejemplo:
Eliminar“A la mujer dijo (Dios): Multiplicaré en gran manera los dolores en tus preñeces; con dolores darás a luz a los hijos, y tu deseo será para tu marido y él se enseñoreará de ti” Génesis 3:17
“Habla a los hijos de Israel y diles: La mujer cuando conciba y dé luz a un varón, será inmunda 7 días.... Y si diera luz a una niña, será inmunda dos semanas..." Levítico 12: 1-2
"Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos. Porque el varón no procede de la mujer, sino la mujer del varón, y tampoco el varón fue creado por causa de la mujer, sino la mujer por causa del varón." Pedro 3:1
"Vuestras mujeres callen en las congregaciones; porque no les es permitido hablar, sino que estén sujetas, como también la ley lo dice”. Corintios 14: 34-35
“Si resultase verdad que no se halló virginidad en la joven, entonces la sacaran y la apedrearan los hombres de la ciudad, y morirá..." Deuteronomio 22:21
Si usted tiene hijas (al menos tuvo o tiene madre o hermana), ¿cómo se siente con estas amorosas palabras de su dios? No me venga con que dios no quiso decir eso, o como dicen algunos tratando de justificar la falacia: que esas partes son intervenciones de los hombres de la época y no la verdadera palabra de dios.
Finalmente, le digo algo: si realmente dios existe sería un ser indiferente ante el dolor humano, de lo contrario sería un ser despiadado. Abra su mente, deje de vivir en un mundo tan cerrado, ya bastante tiene con las limitaciones en su país. La vida es mucho más que eso: es para vivirla en libertad de pensamiento y sin dogmatismos absurdos.
Saludos,
Laura Colmenares
Apreciado Felipe, comienzo por agradecer su aporte al que, por limitaciones virtuales del blog en cuanto al número de caracteres permitidos por cada comentario, tuve que fragmentar en tres partes para poderlo publicar. Veo que rezuma esperanza en una humanidad que usted considera guiada por un dios amoroso y que defiende a este, cuya existencia avala con citas de Einstein o de la biblia. Desde la posición de agnóstico y librepensador, se me hace difícil creer en un dios humanizado, es decir, movido por emociones como el amor, los celos o la preocupación paterna, entre otras. Sí lo apoyo en cuanto a pensar que la humanidad todavía está a tiempo de aprender a ser más compasiva, inteligente y solidaria consigo misma, si quiere sobrevivir en este mundo, aunque es evidente que ni el tiempo, ni los errores repetidos, ni el adelanto tecnológico, ni las creencias religiosas, la han llevado a manifestarse menos depredadora de sus integrantes y de su entorno. También veo probable que, si la divinidad existe, cada ser humano forma parte de esa divinidad, es ella. En cuyo caso Dios genera el mal y se lo hace a sí mismo, al crearse como hombre. Si el ser humano no es Dios o parte suya, entonces es el límite donde Dios termina y otro ser comienza, con lo que se cae la idea de que lo divino es infinito y todopoderoso. Concuerdo además en que la raza humana, tan lenta y torpe para aprender, es responsable de mucho (no todo) el dolor que padece desde que pisa este planeta. Pero, a pesar de lo dicho por Jeremías, Jesucristo, Einstein o cualquier otro de los que son vistos por usted y otros como portavoces de Dios, nuestra sufrida especie sigue estrellándose contra las consecuencias nefastas de sus propios errores. Por eso encuentro más que justificada la tendencia humana de contar, exista o no, con un dios que sea padre y puro amor, y con leyes o reglas de convivencia para hacer soportable una existencia cuya historia está signada desde el principio por amenazas y sufrimientos incesantes y atroces. Psicológicamente se sabe que esa necesidad básica de seguridad puede paliarse con una fuente externa que la simbolice, sean cosas, inventos, reconocimientos, logros, bienes comprados o ideologías centradas en una figura protectora. Esta puede ser un padre biológico o adoptivo, un dios, un maestro, un modelo, un líder político, económico, social o religioso. Ese recurso o apoyo que se coloca fuera de la persona para hacerla sentirse apoyada, protegida o querida, se llama "locus de control externo". Pero ese recurso, aunque temporalmente efectivo a la hora de hacer sentir seguridad, no alcanza a ser capaz de probar sin lugar a dudas que la divinidad existe, o que es amorosa. Mientras, los hechos, lo fáctico, la realidad cotidiana, hablan y dicen lo suyo -hora tras hora y siglo tras siglo- en relación a la indiferencia del ser humano y de sus divinidades. En todo caso, dejo a los lectores del blog considerar el texto que nos ha brindado, y comentarlo a su vez si lo desean, y por mi parte rescato de él aquellas palabras que resaltan la responsabilidad ineludible que tiene el ser humano, con o sin dios, de velar por sí mismo y por su semejante. Valoro su comentario y le envío un abrazo fraterno, agradeciéndole su aporte a favor de un mundo mejor, por el que yo también lucho a mi manera.
ResponderEliminarSeñora Laura Colmenares:
ResponderEliminarLamento que mi artículo provocara su asombro. Solamente respondí a una invitación que me hizo el señor Gustavo para que participara en su blog y decidí expresar mi opinión sobre un tema que se aborda con frecuencia en el mundo de hoy. Siento mucho si lo que dije le haya podido molestar. No fue mi intención. En su comentario, a mi modo de ver, hay mucho dolor acumulado, aunque asumo que ello se debe a que es una persona sensible ante las injusticias que sufren sus semejantes, por lo que su opinión es digna de respeto, y no es importante en este caso el hecho de que sea contraria a la mía en muchos aspectos. Creo que en algo coincidimos: no nos gustan las infamias. Pienso que, como yo, usted las debe haber visto a su alrededor y quizás también las haya sufrido en carne propia. Si yo creo que es el hombre el responsable y usted que Dios es negligente y tiránico por no hacer nada ante tantas atrocidades, no puedo cuestionarla por eso. El hombre ha pasado mucho tiempo desoyendo las razones de los demás, y precisamente por ello está en un callejón que parece no tener salida.
Como no nos hemos presentado, tomaré la iniciativa en este caso. Ya sabe mi nombre, de modo que agregaré que soy jurista desde hace 32 años, y trato en la actualidad de convertirme en escritor, que es una aspiración que tenía desde muy joven. Tengo 55 años de edad, soy casado, con seis hijos (tres hembras y tres varones). Mi madre aún vive (tiene 90 años), tengo también dos hermanas y un hermano, cuatro sobrinas y dos sobrinos. Aunque procedo de una familia patriarcal, quien lleva las riendas en mi familia es una de mis hermanas, y todos los varones estamos muy conformes con ello. Creo que es el amor lo que vale y no a quién nos subordinamos, aunque puedo comprenderla si tiene un criterio distinto. En determinadas zonas de mi país aún existe la violencia contra la mujer en la vida matrimonial, lo que viví de cerca cuando trabajaba en un Bufete Colectivo. Pertenezco a un grupo que atiende a los familiares de quienes han sido privados de su libertad y en el mismo hacemos lo posible para mejorar las condiciones de vida en las prisiones.
En cuanto a las razones que tengo para estar convencido de la existencia de Dios y de su presencia en el mundo, no pienso agobiarla con detalles. Solo quiero hacer una observación a su comentario y es la siguiente: no me parece lógico que Dios se presentara ante el hombre, en pleno apogeo del patriarcado, a decirle que la mujer era su igual, que debía respetarla y escucharla hasta en las cuestiones más importantes; si lo hubiera hecho no lo habrían tomado en serio. Otra cosa sería en la actualidad, donde ya las mujeres participan como protagonistas en casi todas las esferas de la vida social, incluso están al frente de muchos estados.
Soy una persona abierta a distintas opiniones, así que escucharé lo que tenga que decir, si le interesa intercambiar con un hombre que es católico y que vive en un país del Tercer Mundo. Le deseo un próspero año 2014.
Saludos, Felipe J. Palenzuela Castillo.
Señor Felipe J. Palenzuela, decidí volver a escribir, en esta oportunidad para responder su amable y respetuoso comentario. Le digo que lo hago con gusto, usted ha demostrado ser un verdadero caballero, el hecho de que tengamos diferencias filosóficas no nos hace menos o más cordiales. Ya que usted tuvo a bien presentarse yo lo haré de forma breve: también vivo en un país de tercer orden, tengo 46 años, divorciada y casada de nuevo (solo en lo civil), soy madre: un niño y una niña de 15 y 12 años respectivamente. En mi niñez fui católica, en realidad, me criaron como tal. Cuando tuve consciencia de que podía deslastrarme de esa religión la dejé sin pesares, hoy en día me considero librepensadora. Con respecto a mi posición sobre dios, no me guío por dogmas. Soy del todo agnóstica, pues no puedo comprobar la No existencia de dios. Caso contrario de los creyentes, que sí creen tener pruebas de su existencia (si así fuera, no existieran dudas en tantos seres humanos inteligentes, donde me incluyo modestia aparte). Ahora bien, he criado a mis hijos con mentalidad abierta. Por comodidad, he permitido que ellos estudien en colegios católicos pese al adoctrinamiento. En todo caso, es importante para mí aclararle que no he identificado en mí ese “dolor acumulado” al cual hace referencia. Simplemente soy realista, y al igual que usted, detesto las infamias. Tengo una personalidad fuerte, eso lo sé y me lo dicen mis seres queridos, mas eso no es indicativo de falta de amor. Todo lo contrario, para mí el amor es un genuino sentimiento humano y para nada pienso que proviene de dios. Me molesta escuchar sandeces como que “dios es bueno” y solo eso: bueno. Pienso que si dios existe sería bueno y malo. Según las escrituras (que me vi obligada a leer cuando era adolescente), dios nos creó a su imagen y semejanza (incluyendo el libre albedrío, que sirve como excusa para exculpar al “Creador”). Es así como vemos bondad y maldad en nosotros, lo que es abajo es arriba. Me cuesta creer que un dios amoroso permita tanta atrocidad en el mundo. En todo caso, ese es un misterio que ningún dogma puede explicar de modo irrefutable. Las citas que mencioné en mi comentario anterior fueron extraídas del viejo y nuevo testamento (palabra de dios) ese dios que es “todo amor”. Señor Felipe, usted debe reconocer que todo lo que está escrito en la Biblia son manuscritos hechos por humanos y en no palabra de dios. Si lo fuese, ¿cómo quedarían esas citas machistas que extraje del mismo libro sagrado? Por otra parte, me parece inconcebible su explicación “lógica” de que Jesucristo tuvo que hacerse pasar por machista para que fuera tomado en cuenta “en pleno apogeo del patriarcado” (aquí volvemos a tener diferencias ideológicas). Me cuesta creer que el connotado “hijo de dios” le costara reconocer y cambiar la posición machista de la época, dado su poder de arrastre, de convocatoria y mágico (resucitó entre los muertos, ¿no?). Él tuvo la oportunidad en sus manos, pero no lo hizo porque no quiso (no por conveniencia), y si lo hizo por conveniencia y así ser tomado en cuenta, entonces actuó de manera desleal al principio de igualdad que promulgaba. Usted deberá coincidir conmigo que si hubiese dado a conocer mi forma de pensar hace años atrás hubiese sido quemada en la hoguera por bruja o hereje, gracias a la “santa inquisición”. Finalmente, con orgullo le digo que soy una mujer feliz, independiente y con los pies en la tierra. Por cierto, el Papa (que usted debe respetar) reconoció recientemente que Adán y Eva son una fábula, es decir, una infamia creada por el catolicismo (2000 años de engaño ¿cierto?). Lo que no aclaró el Papa es si reconoce la evolución como hecho científico, ni tampoco fijó posición sobre nuestros antecesores primates. En fin, espero que esta aclaratoria no moleste al señor Gustavo (dueño del blog), ya que estamos utilizando su espacio para debatir, así sea de forma respetuosa. Mis más sinceros buenos deseos en este 2014 también para usted y cualquier cosa le dejo mi correo personal: lcolmenares67@gmail.com
EliminarLaura Colmenares.
Agradezco tu aporte, Laura, y estoy seguro que el Sr. Felipe lo responderá debidamente, por aquí o por la dirección de correos que das al final del mismo. Paz y bien, que buena falta nos hacen a todos.
ResponderEliminarLA PERCEPCION DE DIOS, ES MUY DISTINTA EN MUCHAS PERSONAS, AQUELLOS QUE TIENEN UNA VIDA COMODA Y PLACENTERA DIRAN QUE DIOS ES AMOROSO, COMPASIVO Y MISERICORDIOSO. AQUELLOS QUE SOLO HAN CONOCIDO EL DOLOR Y EL SUFRIMIENTO, NO EL COMUN AL QUE TODOS ESTAN EXPUESTOS A PADECER ALGUN TIEMPO DE SUS VIDAS, SINO EL DOLOR QUE TE CONSUME DIA A DIA, QUE NO SE TE QUITA POR NADA DEL MUNDO, ELLOS SI PIENSAN MUY DISTINTO. SE PIENSA EN UN DIOS LEJANO E INDIFERENTE, HASTA CRUEL, PORQUE SIENDO TAN PODEROSO NO HACE ABSOLUTAMENTE NADA. QUE NO LE IMPORTA O NUNCA LE HA IMPORTADO LOS QUE SUFREN. NI LOS NIÑOS QUE SON ABUSADOS, NI LOS JOVENES HOMBRES Y MUJERES DESAPARECIDOS O ASESINADOS NI TANTA MALDAD Y CORRUPCION QUE SIEMPRE HA EXISTIDO. . DIOS EXISTE PERO SIEMPRE SE HA COMPORTADO COMO SI NO EXISTIERA. DESDE ANTES Y DESPUES DE CRISTO. QUIERE MAS AL HIJO PRODIGO QUE A AQUEL QUE SIEMPRES ESTA A SU LADO.
ResponderEliminar